viernes, 25 de octubre de 2013

Tu adiós a los recuerdos caducos.




Poema dedicado a alguien a quien desde la primera vez en la que nos miramos a los ojos  consiguió que se crease magia en el corazón. Una amistad que me ha hecho reír, llorar, pensar...
Alguien que siempre ha estado ahí,  aún sin estar...
Alguien a quien he recordado muchas veces, y que no pensé volver a encontrar...
Nunca he conocido a nadie como a esta persona, que sabe abrazar en los instantes vacíos, llenos de carencias y  de miedos; alguien que llega a inundarte el alma de paz; esa paz que ambos necesitábamos en esos precisos y oscuros minutos en los que un alma apoyaba a la otra,  instantes  de plenitud, instantes que surgieron aún sin saber el porqué.




¿Cómo dar un abrazo en la distancia?

¿Se puede dar acaso con el pensamiento?

¿Has de estar tú pendiente de él para recibirlo?

¿Te sabrá a sol y mar, como los de antaño?
 
 
 
¿Cómo hacerte llegar mi cariño?

¿Cómo conseguir robarte la sonrisa de niño?

¿Cómo llegar a rozar tu alma con la yema de mis dedos?

¿Cómo conseguir llenar tantos vacíos  huecos?

 

Son demasiadas preguntas,

Curiosidad por mi parte, y tú tan lejos...
 
 
 
Quisiera

 acariciar tu frente con mi mano

y  con ella  borrar los  malos recuerdos,

para luego beso a beso, rozar tus  sienes ,

acariciar con mis labios tu frente, tus cejas,

tus párpados, los que arropan esos ojos inquietos.

 

Quisiera,

contarte al oído historias secretas,

creadas en sueños, vividas  de nuevo;

arrancarte una sonrisa, sepultar tus desvelos,

que te sientas inflado, feliz, muy contento...

 

Quisiera,

que mires al mundo con tus ojos de niño

curioso, impulsivo, lleno de empeños,

los tuyos, los míos los nuestros...

antiguos sueños...
 
 
 
Quisiera,

que todos los consigas, grandes y pequeños.

Así te quiero ver: feliz, risueño...

Muestra esa parte de  ti,

la que tú quieres ser, la que yo recuerdo...

El joven galán de la ventana,

inundado de risas, inundado de sueños,

esperando a  la hora de llegar el recreo,

y mientras, mirando el reloj, apurando el tiempo."

Crea en tu mente, crea  de nuevo

tu historia, tu vida, tus recuerdos,

tomados todos como un  puzle incompleto

uniendo las piezas, uniendo momentos,

los más hermosos, los más secretos...

y crea de nuevo ese mañana por vivir

ese instante del que tú, ahora, eres el dueño.
 

Inma Flores © 1981
(Fotos tomadas de internet, de autor desconocido)
 
 

miércoles, 23 de octubre de 2013

Venció el plazo de caducidad.





Esta mañana,
al despertar a tu lado
sentí  como una  frialdad  marmórea
se apoderaba de todo mi cuerpo.
 
 
 
Llegabas a mí
miles de besos tarde,
con abrazos caducos
envueltos en lazos de desidia,
en papeles de mentiras
 y con engaños en forma de cadenas.
 
 
 
Cadenas ya oxidadas
que marcan mis manos y mis pies
de un herrumbre áspero,
difícil de desmarcar.
Cadenas ya rotas,
pues ya encontré la cizalla
con la que liberar los  sueños vacíos,
el deseo de esos hijos no tenidos,
el derroche de confianza que en ti deposité;
tanto cuento, tanta mentira, tanto desprecio;
ya no me escuecen tus palabras vacías...
 
 
Hace tiempo que escucho lo que haces,
y no lo que me dices, me cuentas,  o me pintas
de miles de colores, que no existen en tu vida,
porque tú, tú eres el señor de los  ocres,
sin vida, sin sueños, sin amor...
Así es como te has quedado,
color canelo;
el color de los viejos billetes.
Tu vil avaricia lo estropeó todo,
lo bañó en el lodo de tus engaños.
Me harté ya  de compartir tus penas,
tus alma, vacía de lo realmente importante...
 
 
 
Tu incesante  empeño en jugar a doble cara
mostrándote en la calle ,ante los otros, como un hombre rico,
para llegar a casa , siempre como un hombre pobre...
han hecho de ti un pobre hombre...
El precio que has pagado: el desamor.
El premio por reconocer lo que ya no tiene futuro: mi libertad.
 
 
 
El amor es una cosa simple... y a pesar de decirte, rogarte, implorarte miles de veces..., lo dejaste morir, agonizante...  RIP.
 
 

Irene Bulio © 2013
(Imágenes tomadas de internet, de autor desconocido).

 

sábado, 19 de octubre de 2013

Liberando espinas...





Un dolor hundido
como espina punzante
en las mismas entrañas
de los recuerdos caducos.
Un dolor incesante
que late al compás
de mi quebrado corazón;
movimiento diastólico,
movimiento sistólico,
movimiento que remueve mi interior,
sin apenas purgarlo,
sin dejarlo sanar.
¿Por qué parece obligado
volver a recordar?
Mis entrañas se revuelven,
es puro dolor en el alma;
es fácil ver la conexión.
Tomo mis alicates punzantes,
mis manos temblorosas
se aferran a él.
Inhalo el último suspiro,
retengo ese momento...
... y corto.
 
 
 
 
Mi alma ya está libre,
de dudas propias,
de engaños y autoengaños,
liberando miedo,
inhalando las fuerzas
que por tanto dolor,
huyeron desde antaño.
 
Ahora quedo yo,
en la simpleza de lo cotidiano,
perdida, sin ataduras,
queriendo vivir lo inalcanzado,
los instantes perdidos
 las emociones caducas
que nunca encontré a su lado;
brotando desde las entrañas
las pasiones solo soñadas,
liberando temores,
libando emociones,
no propias, ajenas,
así es como solté el nudo
que un día me ataba.
 

Ahora soy libre y genuina,
jurando no volver a ser ajena,
jurando no caer nuevamente
en las viles mentiras, tus cadenas.
 

Irene  Bulio © 2013.
(Fotos tomadas de internet, de autor desconocido)

El jardín de mis recuerdos.







El recuerdo de aquel beso aún perdura
en el jardín de mis recuerdos.
¿Nunca te hablé de él?
Es el jardín donde suelo pasear
en los días nublados, cuando el sol
se esconde, sigiloso y tímido.
 
 
 
Es un jardín  que existe
en la parte más recóndita de mi alma,
un lugar para meditar y, disfrutar
de los mejores instantes de antaño.
 
Ese jardín es donde repongo mis fuerzas,
donde hallo la Fe que a veces se esconde,
a hurtadillas, bajo cualquier acontecimiento doloroso.
 
 
 
Es un jardín con aguas dulces y cristalinas,
arco iris de colores,
algo de césped para tumbarte sobre él
y disfrutar de su aroma a recién regado y cortado;
zonas de arenales, donde pasear descalza
y disfrutar del placer de enterrar los pies.
 
 
 
Si deseas una luna, la tienes ante ti
de la mano de las estrellas
siempre  dispuestas a jugar.
Con ellas puedes dibujar miles de imágenes,
constelaciones nuevas, un firmamento a tu medida,
pudiendo incluso cambiar su color.
 
Con el sol, sucede igual,
puedes regular su intensidad,
disfrutar de un magnífico amanecer
como aquél  que lucía
la mañana que despertamos en  plena playa.
 
 
 
Disfrutar también de un sol de justicia,
como cuando salía a estudiar,
llena de ilusión y ganas de triunfar
cada medio día para volver en plena noche.
 
Disfrutar del sol de atardecer,
como ese que nos iluminaba
en esos paseos que dábamos
cogidos de la mano, enamorados.
 
 
 
 
En mi jardín secreto también guardo
la enorme felicidad que sentí
cuando me dijeron que estaba embarazada,
el olor a recién nacido con el que me obsequió mi hija,
el orgullo que sentí ante su primer “ajó”,
la alegría de encontrarla cada tarde,
al salir del colegio.
 
Ahora ya es mayor, y me da otras alegrías, mejores aún,
pero esas  —las de antaño—, las guardo a buen recaudo.
 
Ese hermoso jardín, donde tanto y tanto guardo,
es como un ánfora que cobija un gran tesoro,
escondido a buen recaudo, lejos de tu alcance cotidiano,
pero al que siempre deseas regresar.
 
 
 
Inma Flores © octubre 2013.
(Fotos tomadas de internet, de autor desconocido)

jueves, 17 de octubre de 2013

La llama que ilumina y da calor a la vida.





Tenía una vida vacía, llena de nada.  Había andado mucho, sus pies estaban ya cansados; tanto, que no caminaban, se arrastraban.

Pero sus ojos seguían siendo niños, verdes, brillantes, llenos de vida y de ilusión.

Mirarle de frente era encontrar un desconcertante contraste: el cansancio y el dolor de todo el tiempo perdido en tierras extrañas contra la ilusión de llegar a encontrar su meta, su casa, un hogar para su alma ya cansada.

Cuando algo está vacío, es fácil que penetre cualquier cosa. Cuando es de noche, cualquier luz puede parecernos la luna, o incluso el comienzo de un amanecer. Y eso fue lo que le sucedió.

Encontró en la luz de una sonrisa el deseo de volver a amar. Disfrutó observando en la distancia, hasta que milagrosamente esa luz se acercó a él. No lo podía creer.

—     ¿Cómo alguien tan brillante puede pararse a pensar en mí? — se dijo.

Cierto, no lo podía creer, seguía sin poder creerlo, y aún así decidió darse la posibilidad de descubrir qué podía pasar.

Lo que sucedió fue que charlando con la luz se sintió como si ese fuese su estado natural; las sonrisas brotaban solas, las miradas bastaban para entenderse, entre palabra y palabra las bromas hacían de las suyas...

Y llegó la noche, la luz se fue... pero dejó su corazón iluminado para siempre.

Con el tiempo comprendió que esa luz iba iluminando y prendiendo pequeñas llamas, miles de llamas, muchas igual que la suya, pero no le importó. Su llama era especial, no le molestó que su luz se alejase en la distancia para no volver jamás. Lo que esa luz debió hacer en su vida, "prender la llama que iluminaría los próximos años", ya estaba hecho; lo importante es que dejó de sentirse cómodo en su oscuro vacío y de sentir miedo de construir un mañana diferente.

 

Roberto Kamé. © 2013
 
(Imagen tomada de internet, de autor desconocido)
 

martes, 15 de octubre de 2013

La llave...


 
 

Después de un largo  y arduo camino
donde sentía el peso, no sólo de mis zapatos,
sino de la edad, de los sueños rotos,
de los silencios a modo de puñales,
de las verdades a medias,
de las miradas huidizas,
de las falsas verdades,
de las noches frías,
de las mañanas en soledad,
de esperar a que te durmieras
para dejar huir ese beso que no te quería dar,
de esas llamadas que nunca cogías,
de esa desesperación
por sembrar parte de  mi alma en terreno arcilloso
y saber que tras tantos otoños nada iba a florecer,
después de regar con mis ojos repletos de lágrimas
el vientre vacío, mientras se marchitaba mi feminidad...
 
 
 
 
 
Un  día, uno cualquiera, un  bello día,
solté el lastre;
sentí como en mi espalda
ya no quedaba peso alguno;
ese fue el día en que te dije:
“Ya no te amo”.
 
 
 
Donde antes cargaba la tristeza 
ahora surgieron alas;
mis entrañas quedaron ya caducas,
pero no mis ansias por volar;
mis viejos sueños ya no se podrán cumplir,
pero he creado sueños nuevos.
Te lo di todo, mi presente, ese eterno presente
por dos décadas completas;
ahora siento la necesidad de vivir.
Te engulliste mi tiempo, junto a mis sueños;
te atragantaste de tal manera
que las historias que ahora me cuentas,
ya no las entiendo;
es más, no las quiero entender,
pues no creo en ti.
 
 
 
¿Lo que siento?
Ni yo misma lo sé,
pero no es el amor que tú creíste tener por siempre.
Mi corazón está libre, que no vacío.
Lo he llenado de sueños nuevos,
deseos sin cumplir,
vivencias para un mañana,
y para ti, lo he cerrado con llave.
¿Qué llave?
La lleve que llegó a mí una tarde,
un día cualquiera,
un acontecimiento vanal,
 pero importante;
un instante de duda
que pudo acontecer o no...
pero que fue la llave,
la llave para dejar
abierto el corazón,
la llave para cerrar
el viejo capítulo
que un día se hizo eterno,
pero quedó en simple borrador.


 
 
 
 

 

 
Irene Bulio © octubre 2013
(Fotos tomadas de internet de autor desconocido)