miércoles, 28 de agosto de 2019

Lo sé




Yo sé que no me olvidas
que sueñas con mis besos cada noche
con mis manos tejiendo auroras
en las miles de estrellas de tu espalda.

Mientras, cierras tus párpados,
inspiras vida buscando mi aliento
 junto a tu boca; labios prietos
hambrientos de tu fuerza y tu poder.

Tú me sueñas, lo sé,
no pierdes la esperanza del mañana,
de un instante perpetuo que nos una,
de tus dedos y los míos entrelazados
con rumbo a ese otro cielo
que sólo de tu mano he de llegar.  

Inma Flores ©

Despertares



Beber cada mañana en tus ojos dulce café,
bañando la esperanza
de tenerte y tenerte cada día,
es placer matutino que despierta
el goce de la vida, nutre nuevos sueños
y cintila esa llama azul  e ilusionada.
Es el  «carpe diem», vida incandescente
donde tus deseados besos apaciguan
mi sed.
Libarnos, poro a poro;
las caricias desnudas de miedos
se esparcen como gotas de lluvia
sobre un campo de otoño.
Es entonces, en ese instante,
cuando la primavera nos inunda,
florecen los azahares dormidos
y bebemos el néctar del placer
mientras yacen agónicas  verdades
que hoy, caducas, renuevan el deseo
de habitarte y de que me habites. 

Inma Flores ©

¿Dónde hallará ese tesoro?




(Imagen tomada de internet. Autor desconocido)

En busca del amor por las esquinas
mirando, rauda, sobre cada mesa,
se sintió feliz, siempre una princesa,
sin temer al dolor ni a las rutinas.

Buscaba y rebuscaba entre  las minas,
en el mar y en el cielo... No regresa.
Del dolor y la ausencia sale ilesa,
sus  lágrimas ya son puras rutinas.

La vida se escapaba entre sus dedos
como granos de arena que traviesos
buscan la duna que el viento robó.


Amar, amar, amar también los miedos,
amar siempre la vida y sus excesos,
amar en cada instante consiguió …

Había buscado tanto, a la deriva,
que de amarse a sí misma se olvidó.

Inma Flores ©


A Carmen Rosa, tras una conversación donde queda clara la importancia de amarse a uno mismo, alimenta la felicidad.