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miércoles, 5 de junio de 2024

Sin título... sin un final, siempre viviendo en "presente"

 

(Imagen tomada de internet - autor desconocido)
 
 

Las gaviotas, surcando el cielo azul

hoy echaron de menos nuestras voces

y las risas y las pausas y el mirar al infinito

buscando Tenerife.

 

Hoy el mar pinta de otro azul;

las olas acarician la costa

convirtiendo las lajas en bellas curvas

a modo de sonrisas que aguardan.

 

El eco de tu voz a la deriva

aviva los recuerdos compartidos

y queda henchida la nostalgia

al saber que “existes”, que me hablas.

 

Lo que antaño pintaba bien difícil:

compartir charlas, los paseos, la poesía,

el café, un buen vino, la esperanza…

se vuelven tan sencillo que parece cotidiano.

 

Se suceden los días y ya nada es lo mismo.

Sin que algo cambie, todo es diferente;

¿Qué es distinto, dime, si tú lo sabes?

Quizás sólo ha sido el poder compartir nuestras miradas.

 

Mirar al infinito. Descubrir

el abismo que aguarda en el mañana

y sentir el placer que envuelve siempre

al otear unos ojos ya despiertos.

 

© Inma Flores 31.05.2024

domingo, 25 de junio de 2023

Amaneciendo

 

 


 

El sol traspasaba las cortinas y como una flecha llegaba directa a sus ojos. 

Ella dio media vuelta y decidió seguir durmiendo —aunque no era su cama, en aquel hotel se dormía de maravilla—. Él estaba impaciente por aprovechar el día, así que apenas pisó el cuarto de baño e hizo todo su ritual matutino, comenzó a despertarla con cosquillas y besos. 

Este era un día especial, el sol estaría más tiempo brillando en el cielo ya que era el solsticio de verano — o como dirían los romanos, el día del “sol quieto”— Ya durante el desayuno, mientras él iba a por unos zumos de frutas, ella se encontraba en la máquina del café con un joven moreno y fuerte, de piel canela y sonrisa profident. Sus miradas coquetearon durante algunos instantes, no dejando lugar a dudas: se conocían. Su rostro se sonrojaba por momentos, ella misma lo notaba, por lo que apartó la mirada bruscamente y se dirigió a su mesa. 

Durante el resto del día estuvieron en la playa, tranquilamente, disfrutando de un maravilloso día de sol. No habían intercambiado muchas palabras pues él se hallaba ensimismado en sus sueños de grandeza y ella “viviendo sueños placenteros”, a la vez que leía un libro recomendado por su mejor amiga: “ Haz que tu sueño suceda ”. Pronto llegó la tarde y vieron como poco a poco se iba acercando más gente a la playa, en vez de regresar a casa. Unos operarios hacían una montaña enorme de tablones para prenderles fuego al anochecer, pues era la Noche de San Juan. Les pareció buena idea quedarse a celebrar la noche mágica de las hogueras con los lugareños. Había tanta gente que pronto estaban completamente rodeados, sintiendo el agradable calor que les ofrecía la muchedumbre. Una señora que estaba al lado les explicó algunos rituales: debían escribir en un papel sus deseos y luego echarlos a la hoguera, para que se cumpliesen. Ellos, entusiasmados, cogieron un papel y un lápiz que les ofreció un muchacho que se encontraba a su lado, y acababa de escribir el suyo. Enseguida se pusieron manos a la obra

. Durante toda la noche celebraron la noche mágica y bailaron alrededor del fuego. En un instante, entre risas y jolgorio, tiraron los papeles —muy bien doblados— a la hoguera, donde arderían sus deseos más íntimos. Ya llegada la hora bruja, les pareció buena idea meterse en el agua para cubrir sus cabezas, pues oyeron decir que este acto les traería suerte. Eso sí, debían estar completamente cubiertos por el agua, mientras las siete olas consecutivas les cubría por completo. Este acto daría fuerza al ritual de arrojar el papel con sus deseos a las llamas. Él sentía bastante frío y no quiso ni tocar el agua, por eso ella se animó a entrar antes. Apenas la había cubierto la tercera ola notó como unas manos agarraban su cintura mientras le susurraban al oído: “ Te deseo ”, con una voz que levantaba su lujuria y pasión. Se giró; los labios de aquel hombre de piel canela quedaron adheridos a los suyos. Huyeron, entre la multitud y mientras lo hacían, la capa de oscuridad que les brindaba la noche les permitió esconderse tras una duna, dando allí rienda suelta a su pasión.

En ese mismo instante el marido se decide a probar el agua. No soporta estar solo, y menos entre tanta multitud. La busca, nervioso; no la ve. De repente, recuerda que ella no sabe nadar. Su corazón palpita a mil por hora mientras se adentra cada vez más en el mar, intentando huir de las olas más altas, hasta que llega a una zona donde no consigue tocar el fondo de arena y se asusta. Ya está cansado. Siente miedo al darse cuenta de que se encuentra muy lejos de la orilla y envuelto en la oscuridad de la noche. Grita, asustado: — ¡Socorro!, ¡Socorro! — pero nadie le escucha. 

En medio de tanto ruido: gente hablando, gritando, cantando… fuegos artificiales que no cesan.. un ruido infernal para quien se encuentra en apuros y no puede ser socorrido, era imposible. Nunca consigue regresar a la orilla y nadie se percata de ello. 

Con la llegada de los primeros rayos de sol, Lucía recorre la playa, asustada. Quedan algunas parejas abrazadas, aprovechando la luz del amanecer. Sus ojos se quedan clavados en dos papeles a medio-quemar que encuentra semienterrados en la arena, lejos de donde ya está apagada la hoguera. 

La brisa debió salvarles de la quema la noche anterior —pensó— Con curiosidad se apresura a abrirlos y encuentra escrito en ambos: -“ Contigo, hasta que la muerte nos separe”. -“Quiero vivir la noche más apasionada de mi vida”. Sueños cumplidos, desgraciadamente cumplidos. Cuando un “deseo” no se quema del todo… puede cumplirse de cualquier forma, y es posible que no nos guste, que realmente no sea tal cual lo soñamos. 

Inma Flores ©

domingo, 5 de septiembre de 2021

 

Zarpando con viento fresco.


Siento que  mi vida está  raída,

como una sábana vieja, tras mucho uso,

pero donde aún existen instantes sin estrenar.

Cuando pienso en los días perdidos,

nublados,  sin puestas de sol,

una nueva rotura crea su eco en mi mente;

lo mismo sucede con el instante

de charlas y risas, de café 

degustado junto a un pedazo de historia

que se construye por instantes,

como un puzle a medio hacer.

Soy un espantapájaros de viejas ropas, 

mugrientas,  que danzan al son del viento.


Siento que mi vida está  raída,

rompiéndose en los pedazos no vividos,

las esperas de lo que no tuvo intención de ser,

los instantes de amor no correspondidos,

 —pero donde brotó el más fuerte, el amor propio—,

los miedos que ya no tienen su razón de ser,

los sueños que nunca llegaron a ser metas

y esas metas, moribundas,  que necesitan 

el carburante del ahora para poder “ser”.


Sigo viviendo un hoy de viejos retales,

donde con la aguja de la constancia

remiendo las velas de mi barca

que ya zarpa en busca de un mañana

a la medida de las sendas transitadas,

donde plantar un sueño cuyo fruto

será la meta que siempre postergué.

 

© Inma Flores.

Imágenes de autor desconocido, sacadas de internet.

martes, 21 de julio de 2020




No, no, no…

No me interesa vivir en la cárcel de tu verbo.
Ser observada mi vida desde tu sucia y gris
pupila, una fea ballesta que dispara palabras
encendidas, avivando un fuego que no existió.

No quiero sentir la espada de Damocles  en mí,
ni tus silencios carentes de sentido, tampoco
soportaré ningún trato despectivo, mudeces
privadas de las verdades que dices que te apoyan.

No resisto, no, la angustia de tus  constantes dudas,
tampoco  esas, tus mentiras comprobadas. Mil veces
las negaste,  con la prueba  anudada en la cintura,
mientras mis ojos, regados en lágrimas, rogaban.

No me interesa, no quiero, no resisto el dolor.

Inma Flores © 2020





Adioses

Hay desprecios con sabor a despedida
a menta amarga,
a clara de huevo sin batir,
a caldo de ave con espinas,
a sol, dibujado en una cartulina negra,
a hiel desparramada sobre el pezón erguido
al agua empozada en un ahogado
a sal de  náufrago
a tu desidia…
Pero de ese cáliz yo no bebo.




Inma Flores ©

martes, 14 de enero de 2020

Ven, ven conmigo.

(Imagen tomada de internet, autor desconocido)


Ven, adéntrate en mi alma,
calza mis viejas botas
que aguardan el olvido.
Ven , con tus pies descalzos
y los ojos  henchidos
de ilusiones  ya muertas
aleteando tristezas
en la rasgada entraña
que vomita verdad.

Quiero verte latir
este dolor que ahoga,
verter del purulento
músculo  la escarlata
 esencia ya febril
donde apagar tu sed.
Quiero librarme ahora
de la fístula gris
que oprime mi futuro.

Adiós,  vil mentiroso,
quédate mis zapatos,
prefiero volar descalza.

 Inma Flores ©