miércoles, 6 de agosto de 2014

El despertar de la consciencia.








Desperté ante tus ojos
sintiendo cómo me miraban
con el  calor dulce y sereno
cual dos almas que se amaban.

Descubrí el roce de tus dedos
acariciando mi piel y mi alma
llenando de pasión la madrugada
al contacto con un corazón en calma.

Presentí que el sol ya iluminaba
ese cielo azul que nos protege
inundándonos de luz en la mañana
mientras el sentimiento mutuo se te entreteje.

Amé cada aliento que brotaba
de tu boca, de tu risa y de tus labios,
deseando que el tiempo se parase
a escuchar tus consejos siempre sabios.

Junto a ti caminé con firmeza cada paso
con los que a un mañana certero me llevabas
arropada entre tus blancas alas
que con amor y dulzura me ahuecabas.

Hoy amor,  frente a ti
—herida de dolor en el costado—
 me encuentro y desencuentro,
sin que jamás viajase en el trono adecuado.
Mustia, sola y confusa
decido apartarme de tu lado
pues nunca de la tristeza fui su  musa
ni de un comenzar de antemano frustrado.

Irene Bulio © 2014

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