Llueve el recuerdo de la calidez
de tus abrazos
del fuego que siempre manó de tus
besos
de la pasión que yacía, dormida,
en tu boca
hasta que una simple mirada la mecha prendía
para desear tocarnos, sentir
nuestros cuerpos.
Yemas contra yemas, nuestros
dedos se encontraban
para pronto acariciar las manos…
que anudaban deseos,
susurros al oído que bailaban al
son de la acelerada respiración
ansiosa por gritar al cielo que
se hallaba a punto de estallar,
estallar como cada célula de
nuestros cuerpos, deseándonos,
sintiendo que cualquier instante,
que cualquier momento,
que incluso, cualquier lugar, era
merecedor de nuestra pasión,
con tal de no dejar pasar el
tiempo…
Instantes sin prisas, sin pausas,
sin penas, sin glorias…
Instantes compartidos, instantes
enamorados, instantes…
Instantes que quedaron yertos,
sin ecos, sin recuerdos…
...que ahora son abono de amores
inconfesos.
Irene J. Bulio © 25.08.14
(Autor: Alex Alemany)
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