Pezuña cruel e hiriente
que intenta arrancar el alma;
colmillo ensangrentado de dolor ajeno
cuya sangre lames y disfrutas,
mientras sientes a tu víctima retorcerse
inundada de dolor y desconsuelo.
Lejano, tan lejano y tan caduco
como el tronco de un árbol moribundo
junto al camino por el que nadie quiere transitar.
Perdido en el recuerdo
como una nota plegada y guardada
pero que no has de volver a leer.
Olvidado, como aquel primer diente
que causó dolor, se mantuvo a tu lado,
hasta que un día mermaron sus raíces
y se desprendió de tu boca para no volver jamás.
Distancia, la que nos separa;
desidia, la de tus actos;
paz, la que siento incrementar día a día;
lamentos, los que ya quedaron en el eco del recuerdo.
Ahora no queda nada, sólo un deseo al que aferrarse,
el de ser feliz.
Irene Bulio © 2014
(Imágenes tomadas de internet, autor desconocido)
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