jueves, 6 de marzo de 2014

Queda... nada...







Pezuña cruel e hiriente

que intenta arrancar el alma;

colmillo ensangrentado de dolor ajeno

cuya sangre lames y disfrutas,

mientras sientes a tu víctima retorcerse

inundada de dolor  y desconsuelo.

 
 
 

Lejano, tan lejano y tan caduco

como el tronco de un árbol moribundo

junto al camino por el que nadie quiere transitar.

 
 

Perdido en el recuerdo

como una nota  plegada y guardada

pero que no has de volver a leer.

 

 
 
 

Olvidado, como aquel primer diente

que causó dolor, se mantuvo a tu lado,

hasta que un día mermaron sus raíces

y se desprendió de tu boca para no volver jamás.

 
 
 

Distancia, la que nos separa;

desidia, la de tus actos;

paz, la que siento  incrementar día a día;

lamentos, los que ya quedaron en el eco del recuerdo.

Ahora no queda nada, sólo un deseo al que aferrarse,

el de ser feliz.

 

 
 
 
 
 

Irene Bulio © 2014
(Imágenes tomadas de internet, autor desconocido)

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