Cae la tarde en el cálido mar
mientras tus manos ya juegan traviesas;
en torno a mi cintura quedan
presas
al compás de las olas al llegar.
Besos suaves cual perlas de collar
en mis labios son como dulces fresas;
tus miradas, algunas inconfesas,
crean un paraíso en el
lugar.
Sin percatarnos se acerca la noche,
nos envuelve, cómplice, con su manto,
descalza y silenciosa como guanche
que siempre protector bajo su canto
nunca permite que se desabroche
la pasión del alma, si es su amor santo.
Inma Flores © 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario