miércoles, 24 de septiembre de 2014

Deja de soñar. Comienza a vivir.





«Deja de soñar, comienza a vivir»,

ese fue el consejo que ella  le dio.

Al pensarlo, parece se ofendió;

sus entrañas comenzaron a hervir.



Portaba un alma triste, deservir

fue fácil a quien mal le pretendió.

A ser juguete roto no cedió.

Ahora es libre, acabó el pervivir.



Alza el vuelo, feliz, enamorado…

de quien mece su alma, besa su boca,

comparte su mirada y su latir.



Deja hábitos, tristezas del pasado:

Ama  lo nuevo y lo viejo revoca

soltando el  lastre que debe partir.




Irene Bulio © 2014.






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