lunes, 16 de marzo de 2015

Incondicionales







Lo miraba a los ojos.
No podía evitar sonreír nunca
cuando se hallaba ante él.
Tímidamente lo atrajo hacia su pecho
lo tomó entre sus tiernas manos
comenzando a acariciar su frente.
Él… se dejaba hacer.
La miraba, se miraban…
La ternura lo endulzaba todo
Ese ratito era el más placentero
a lo largo del todo el día.
Ambos lo ansiaban…

Bea y Pizco, una  verdadera estampa
de un amor sin condiciones.

Irene Bulio © 2015



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