Una noche árida encartonada bajo mis pies;
sobre mis hombros resplandece un cielo
azul.
Simientes de blancas viviendas que embellecen
un paisaje grisáceo, sembrado de
armonías.
Palmeras verdes, puertas verdes, verdes
aguas...
en la isla más salina del conocido
Atlántico,
plena en colores surcando sus espacios
de azabache
con
magentos mosaicos y dorados fuegos...
Juguetes del aire que invitan al viento
a estar absorto,
acariciando este mundo de secano,
humedecido
entre olas, que juguetonas, acarician
sus abruptas orillas.
Un arco iris de colores se descubre
ante mis ojos;
calcáreas viviendas iluminan el
grisáceo y ópalo suelo
con sus verdes puertas, invitándome a
entrar
en las mismas entrañas de lo que un día
fue volcán
para descubrir la frescura y la
vida que puebla su interior.
Una vez absorta en su interior, el mundo se detiene,
y siento, lentamente, cómo me inunda la
paz silente
que se anida en el alma para siempre.
Inma Flores © 2014
Homenaje a César Manrique – Lanzarote.
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