ES EN ESE INSTANTE en el que el aire que me envuelve
se torna viciado, decadente y oscuro,
como si de un sepulcro intentara escapar.
Es en esa fase de la vida donde el todo y la nada es
posible,
—la nada de una vida vacía, carente de significado;
el todo, el deseo de un mundo nuevo, sin mirar atrás—
CUANDO APARECES, de repente, sin apenas percatarme.
Es en esa grieta, que me aprisiona el alma, donde siembras
tu sonrisa,
y un pensamiento entonces, que hago huir como a un demonio,
me acerca a ti, a tu rostro, a tu alma, a tu corazón.
Sólo fue eso, un pensamiento.
Suficiente para abrir un huequecito de ilusión
donde sólo había tierra árida y seca.
Sembraste la semilla de la pasión,
la regaste de besos, la abonaste con abrazos y risas,
la arropaste con tus palabras, siempre llenas de sol,
a veces contrastadas con la sabiduría de la plata y el
azabache entremezclados,
¿te das cuenta de la gran responsabilidad?
Tenemos esa semilla, tenemos luz, tierra y tiempo…
Tenemos, amor, la llave del mismo cielo.
Irene Bulio 25/04/2014 ©