A veces los vacíos
se me antojan abismos,
profundos y oscuros,
lúgubres y fríos,
donde quedaron,
perdidas, tu alma y
la mía.
Esperando tu regreso
se me fue la vida;
estabas al lado, tan cerca,
pero nunca te sentía.
Esperando tus promesas
perdí mis mejores
años,
esas que hacías
a modo de cadenas
con las que me sujetabas,
pero que nunca pensaste cumplir.
Ahora, al abrir los ojos,
siento dolor hasta con
las caricias
de los rayos de sol;
un suave halo de luna
es capaz
de abrir una sangrante brecha
dentro de mi corazón.
(Fotografía extraída de internet, desconozco el nombre del pintor ni el nombre de la obra)
Lágrima fácil,
salada, húmeda y cálida,
limpiando suavemente el alma;
lágrima que brota sin ser llamada.
Y aún así,
no los quiero cerrar más los ojos,
es imposible,
sería capaz de ver
hasta a través de mis párpados
Una vez que he sido consciente,
nada podrá ser igual.
Simplemente, cambiaré de horizonte;
crearé conceptos nuevos;
enterraré miedos;
sepultaré sueños que nunca compartimos,
sueños que eran de dos.
Eso sí, abriré bien los ojos,
pero no cerraré mi corazón.
(Foto tomada de internet, autor desconocido)
El del corazón inaccesible,
el de las promesas hechas sin pretender cumplir,
el que nunca valoraste ni protegiste
lo que realmente merecía la pena, fuiste tú.
Yo seguiré tejiendo pequeños trozos de felicidad,
trozos que uniré y convertiré en una brillante capa
que me proteja en los días fríos,
sin luna, sin estrellas,
cuando sople el viento del norte.
Ya los sueños no son los mismos,
muchos no se podrán cumplir,
pero tampoco me acompañan los lastres
de los sueños cumplidos a medias.
Ahora tengo metas, metas donde tú,
ya no tienes cabida.
Irene Bulio © 2013
(Foto tomada de la web; autor desconocido)