viernes, 11 de mayo de 2018

Renacer


(Imagen tomada de internet. Autor desconocido)


Apaga el gran estruendo,
el ruido que hoy azota mis oídos,
ese ir y venir de palabras descompuestas;
las mentiras a modo de cizalla
rompiendo, triturando los quereres.

Abraza con tu cuerpo
la desnudez de mi alma.

Me mostraré ante ti sencilla
como el agua que mana en la montaña
y presta va a su río,
regalando la vida tras su paso.

Como lágrimas tristes,
lamiendo las heridas putrefactas,
limpiando todo hedor innecesario,
sanando con su sal.

Beberé de tus labios la certeza
de que el aquí y el ahora son presentes.

Besaré tu cuello, a modo de esperanza,
y tú me abrazarás tan fuerte
que se romperán todos los miedos.

Viviré de nuevo, cada día, a cada instante.
Quedarán atrás viejas sombras
y heridas olvidadas.

Alzaré nuevamente  la certeza
de que la vida sí tiene sentido
y me asiré de ti, de tu cintura;
será tu cuerpo quien me encienda
y tu voz, tu mirar, la fuerza del deseo,
que alimentará de nuevo la quimera.

Mi cuerpo se alzará, ilusionado,
temblando al son tu voz será
música que despierte mis sentidos.

Y te miro, penetras en mi
por la pupila.  Rígido quedó el recuerdo.

Los ahora,  placeres encendidos,
el roce de tu pecho
sobre el abismo de mi espalda,
y las enredaderas de tus piernas
ciñendo  fuertemente mi cintura,
mientras siembras de  ardiente escarcha
cada poro…, los pliegues de mi piel
me devuelven la vida arrebatada.

Las ansias hoy quedaron encendidas
 por tu boca,  hambrienta de placer.

Ahora lo comprendo
la llama del deseo aún sigue viva
latiendo eternamente en el volcán,
urgida por tu voz, a la deriva.

Inma Flores ©

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