Como agua bendita llegaste a mi vida,
te di cobijo junto a mi ala izquierda,
para que sintieras el latir de mi corazón
a la vez que se nos enlazaba hasta la misma respiración.
De igual forma invité a mi mesa que a compartir mi cama.
Creí haber encontrado en ti un alma gemela:
mismos sueños, mismas metas, mismos proyectos.
¡Era espectacular estar en todo de acuerdo!
Un día estalló la voz de mi propio eco,
causando dolor desde
el oído hasta el alma;
fue tan espectacular que tardé en reaccionar
pues me parecía imposible esa, tu forma de actuar.
No negaste, me pediste una segunda oportunidad.
Y yo te creí.
Maldito día.
Maldito día en el que volví a confiar en ti,
en ti, que no creíste ni tú mismo.
Ahora, que han pasado
años;
ahora, que hemos enterrado
vida;
ahora, que se han desparramado los sueños;
ahora, que ya nada me ata ni me retiene;
ahora, con el corazón herido, partido a la mitad...
¿Comprendes, amor, por qué puede haber hueco para dos?
♥
♥
Este es un poema creado a través de una frase de Ana R.D.
Irene Bulio © 25.09.2013
(Fotos tomadas de la web, de autores desconocidos)