lunes, 27 de mayo de 2013

Prisas



Esta mañana salía corriendo de casa, enfundada en mi abrigo rojo y sobre mis tacones del mismo color. Me sentía una Diosa sobre esos doce centímetros de tacón y con el cinturón abrazando y moldeando mi cintura.

Miré el reloj, era tarde. Instintivamente paré, alcé uno de mis brazos y solicité un taxi.

     Buenos días, señorita, ¿Hacia dónde la llevo? — preguntó el taxista.

     Hacia el Parque Mayor— contesté con rotundidad.

Apenas pasaron 8 minutos,  cuando ya estaba delante de mi oficina. Apresuradamente busqué mi cartera en el revuelto y enorme bolso.

     ¡Horror! Anoche dejé 50 euros a mi vecina y sólo me queda una moneda de 2 euros en la cartera. — Mi cara estaba descompuesta mientras comentaba la situación al taxista; al unísono, él sonreía de forma picarona.

     No se preocupe, la puedo volver a llevar a casa, quizás allí consiga abonarme la carrera — contestó con voz socarrona— Estoy convencido de ello.

     ¡Volvamos entonces!— contesté, mientras sacaba el móvil del bolso dispuesta a decir a mi jefe que  llegaría tarde, pues “se me habían pegado las sábanas”.

Inma Flores © mayo 2013

 

 

 

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