Amaneció el día
envuelto en la pasión,
cientos de besos esparcidos
en tu frente
y otros tantos devueltos por tus labios
edulcorando los míos.
Llegó la tarde,
se esparció la noche
y nos alejamos del instante.
Mirar atrás es romper
de un sablazo
este presente que hoy nos endulza.
Lo vi.
El estruendo
de ese enorme beso
lanzado al abismo del ayer
rompióme el tímpano.
También alguna víscera.
Algunas nostalgias ajenas
hieren a muerte
un corazón desquebrajado.
Irene Bulio©