Hoy
lo dejo todo.
Atrás
quedan las penas y las risas
los
suaves besos, las miradas mustias,
clavadas las dudas por tristes recuerdos
como
puñales en medio del alma.
Atrás
lo dejo todo,
no
me importa ya ni el llanto ni la rabia,
ni
la pena, ni el desconsuelo; el dolor siquiera.
Lo
dejo todo, atrás, todo lo dejo.
No
quiero portar nada al nuevo mundo
donde
lo añejo no tiene cabida
ni
la lágrima, ni el temor, ni la congoja.
No
merece ni un instante este lamento
que
en mi alma la desdicha siembra
al
pensar que en tu vida fuí de más.
La
tristeza mata
y
yo... morir no quiero.
Irene Bulio ©